miércoles, 20 de noviembre de 2013

#escenariostec ¿Cómo podemos repensar los roles en la educación?

Durante mis doce años como docente he transitado por todos los niveles de enseñanza: educación primaria, media y superior (tanto terciaria como universitaria). Actualmente me especializo en docencia universitaria y terciaria dentro de mi disciplina que es la Matemática.

En esta última década de mi experiencia he venido notando un gran cambio en cuanto a la actitud que mis estudiantes manifiestan frente al compromiso de la incorporación de nuevos conocimientos y me "alarma" el desinterés que percibo en ellos y su resistencia ante un desafío que involucre más esfuerzo del que ellos están dispuestos a realizar.

Como científica y educadora, observo esta realidad y me cuestiono cómo puedo ayudar a mis alumnos para que encuentren el placer de aprender, ese mismo placer que yo misma experimento ante la misma actividad. Vivimos en una sociedad de constante cambio, lo cual nos obliga a actualizar nuestras herramientas para adaptarnos a ella. Nosotros, los docentes, somos alumnos porque debemos aprender a sortear nuevas dificultades. ¿Por qué no podemos pensar entonces que nuestros alumnos también pueden cambiar de rol y ser ellos nuestros docentes? Me refiero a que podemos encontrar en nuestros estudiantes universitarios personas que tienen cosas que enseñar, sobre todo dentro de esta generación de "nativos digitales". Ellos nacieron en esta cultura y les resulta "natural" el manejo de tecnología. Muchos de nosotros atravesamos la transición y algunos docentes se niegan a incorporar estas tecnologías porque les resultan ajenas.

Dentro de esta sucesión de cambios, la figura del educador no escapó a la misma. Hoy en día, el docente no es el que lo sabe todo (porque además sería imposible saberlo todo en esta era de comunicación global y masiva) y eso le genera inseguridad y temor al fracaso. Estos mismos sentimientos son por los que atraviesan nuestros alumnos a la hora de adquirir nuevos conceptos. Creo que esta coincidencia puede ser un puntapié inicial para transitar este proceso en conjunto.

La rapidez con la que circula la información es enorme. Desde lo personal, me resulta angustiante saber de la gran cantidad de cosas interesantes que hay por aprender y que paradójicamente están al alcance de nuestras manos. Digo paradójicamente porque están "ahí" pero su inmensidad hace que sean "lejanas" debido a que interviene un enemigo importantísimo: el tiempo. El factor tiempo, que resulta tan complicado de administrar hoy en día.

Sin ir demasiado lejos, este curso es un fiel ejemplo de lo que deseo plantear. Al poder entrar recién hoy (justamente por falta de tiempo en esta época de cierre de cuatrimestre), me sentí desbordada ante tanto material para analizar, reflexionar, debatir y compartir. Me pregunté luego: ¿qué sensación estamos generando en nuestros alumnos al contribuir desde nuestro lugar con el "bombardeo" de información que ellos reciben?

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